viernes, 11 de diciembre de 2009
Bibliografía
2. De Oliveira Marques, A. H., Historia de Portugal, F. C. E., tomo I, México, 1983, 340 pp.
3. Parry, John H., Europa y la Expansión del Mundo, F. C. E., 2ª ed., colección Breviarios, número 60, México, 1981, 277 pp.
4. Parry, John H., El Descubrimiento del Mar, CONACULTA-GRIJALBO, Colección los Noventa, número 52, México, 1991, 362 pp.
5. Porro Gutiérrez Jesús M., Una antinomía protorrenacentista: secreto de estado y divulgaciónde los descubrimientos luso-castellanos .La cartografía (1418-1495), en http://estudiosamericanos.revistas.csic.es/index.php/estudiosamericanos/article/view/167/0
6. Zurara, Gomes Eannes de, Chronica do Descubrimento e Conquista de Guiné, en http://purl.pt/216.
VI. Conclusiones
El carácter contradictorio del mapamundi de Fra Mauro derivó de no haber sido una compilación cartográfica como sí lo fuera la Geografía de Ptolomeo (Parry, 1991, 91), sino una obra basada en diferentes elementos de carácter práctico. Elementos tales como la crónica de Cadamosto luego de sus viajes en 1455 y 1456; los relatos y documentos de aquella embarcación que salida de Calcuta en 1420, cruza el cabo de Buena Esperanza y se interna en el Atlántico debido al mal tiempo; o la cartografía de origen asiático que da fe no sólo de China, sino también de Japón.
De manera que el carácter único del mapamundi de Fra Mauro no deriva de estar orientado al estilo árabe (con el sur hacia el norte), sino del origen de las fuentes cartográficas en que se basara (europeas, árabes y orientales). Lo cual permitió a Fra Mauro contrarrestar el intenso sigilo con que los monarcas iberos trataban los resultados de sus viajes y descubrimientos.
Aún cuando por sus dimensiones (2 metros de diámetro) y las anotaciones de carácter histórico geográfico que lo caracterizan, el mapamundi de Fra Mauro surgió como una obra meramente contemplativa, la disposición de sus componentes confirmó la percepción que muchas personas, sobre todo navegantes, tenían del mundo. Sirviendo como sólido punto de partida para alcanzar la tierra de las especias, la India.
jueves, 10 de diciembre de 2009
IV. Alvise Cadamosto; mercaderes en los viajes de exploración.
Entre el número considerable de comerciantes que arriesgaron vida y fortuna al lado del infante Enrique, los reyes Alfonso V y Juan II, por mencionar algunos, estuvo Alvise Cadamosto, mercader de origen veneciano que se cuenta entre los últimos exploradores bajo el amparo de Enrique el Navegante. Tocante a la actividad desarrollada por este hombre que, presa del mal tiempo, se refugiara en Portugal el año de 1454 y se pusiera bajo las ordenes de aquel príncipe, Parry dice lo siguiente:
…Cadamosto hizo dos viajes comerciales al áfrica occidental: el primero en 1455 con participación en los beneficios, a bordo de una carabela de Lagos que era propiedad del príncipe o fue fletada por él, el segundo en 1456 en una carabela armada por él mismo, en compañía de otra nave fletada por un socio genovés cuyo nombre (o apodo) era Antoniotto Usodimare… (1991, 151).
En su primer viaje Cadamosto tocó Madeira, y las Canarias para de ahí partir al encuentro con la boca del río Senegal. Acto seguido, visitó y exploró el río Gambia donde no tuvo una buena acogida por parte de los naturales. Luego de lo cual regresó a Portugal.
En su segundo viaje Cadamosto exploró nuevamente el río Gambia y ya de regreso se topó con el archipiélago de Cabo Verde. Situación que entre los historiadores ha generado gran controversia, pues hay quienes atribuyen este descubrimiento a Antonio da Noli y Diogo Alfonso Gomes.
miércoles, 9 de diciembre de 2009
I. Antecedentes
...El Portugal de las postrimerías de la Edad Media mostraba pocos de los atributos obvios de un país que se disponía a emprender una ambiciosa expansión oceánica. Tenía, por supuesto, costas marítimas, puertos, barcos, comercios y comerciantes; pero ninguna tradición importante de viajes largos por altamar, ningún sistema extenso de contactos comerciales u organización financiera que pudieran compararse con, pongamos por caso, los de Génova y Florencia y, ciertamente, no disponían de un gran excedente de capital para efectuar inversiones en el exterior... (1990, 1179).
De manera que la evolución de Portugal a pueblo de grandes navegantes se fue dando poco a poco, principalmente a instancias de la familia real.
En esa ardua labor quien llevó la voz cantante fue el tercer hijo de Juan I: el príncipe Enrique. Joven que, dada su posición en el orden de sucesión a la corona, pocas posibilidades tenía de regir los destinos de su país y optó por retirarse de la política.
Con la considerable fortuna que obtuviera tras la disolución de la Orden de Cristo, versión portuguesa de la Orden de los Templarios, en la cual ocupaba el puesto de gran maestre, el infante Enrique fundó en Sagres su cortey se rodeó de gente de mar.
Las personas que rodearon a Enrique el Navegante, como también se le conociera, no eran “...sólo navegantes, sino astrónomos, constructores de barcos, cartógrafos, fabricantes de instrumentos, muchos de ellos italianos...” (Parry, 1952, 33), quienes fueron invitados a Sagres para trabajar bajo su rectoría.
A partir de 1420, un año después de su instalación en ese promontorio del cabo San Vicente, aquel principe “...taciturno y enérgico, entre místico y aventurero y más medieval que renacentista...” (2003, 21-22), como lo denomina Arranz Márquez en su introducción a Diario de a Bordo, inició el envío de expediciones para explorar el occidente africano y de paso ir trazando una posible ruta hacia la India.
La actividad marina auspiciada por el infante Enrique avanzó lentamente; concretándose los primeros catorce años al redescubrimiento, conquista y colonización de los archipielagos de las islas Canarias, Madeira y Azores. Todo esto, previo a la superación de aquel obstáculo, natural e ideológico, que constituía el cabo Bojador.
viernes, 4 de diciembre de 2009
III. Gil Eannes y el cabo Bojador; definitivo revés al pensamiento medieval
Entre los muchos viajes auspiciados por Enrique de Portugal, ninguno fue tan provechoso como el que hiciera Gil Eanes en 1434. Para entonces ya habían pasado muchos años desde que el príncipe Enrique se había instalado en el cabo San Vicente y fundado su corte en Sagres. En aquel año Eanes realizaba un segundo intento por dejar atrás el Bojador y lo logró. En torno a ello Zurara dice lo siguiente:
…E finalmente, despois de doze anno, fez o iffante armar hûa barcha, daqual deu a capitanya a huû Gil Eannes (1), seu scudeiro, que ao despois fez cavalleyro, e agasalhou muy bem, o qual seguindo a vyagem dos autros, tocado daquelle messmo temor, nom chegou mais que a as ilhas de Canrya, donde trouxe certos cativos, com que se tornou pero o regno. E foe esto no anno de Jhû. Xo de mil e quatro centos e treinta e trez. Mas logo no anno seguinte, o infante fez armar outra vez a dicta barcha, e chamando Gil Eannes a departe, o encarregou muyto que todavía se trabalhasse de passar aquelle cabo, e que ainda que por aquella vyagem mais nom fezess, aquello terya por assaz… (1841, 56-57).
La vuelta de Eannes tras cruzar el cabo Bojador.no sólo fue festiva por el hecho en sí, también lo fue por las perspectivas de exploración y descubrimiento que se presentaron. A partir de ese momento los viajes se hicieron más constantes, trayendo como consecuencia grandes posibilidades económicas. Al respecto John H Parry señala:
El escepticismo de los que creían que ningún provecho se sacaría de las exploraciones al África, fue el segundo obstáculo psicológico a vencer. Estos escépticos fueron refutados en 1441, año en que una carabela trajo de la costa sur del cabo Bojador una pequeña cantidad de oro en polvo y algunos cautivos negros. En los cinco años siguientes, las naves portuguesas trajeron cerca de mil esclavos, capturados o comprados a los jefes del litoral comprendido entre el cabo Bojador y el cabo Branco, cabo este último que fue alcanzado en 1442… (1958, 35).
A partir de entonces, el afán comercial fue el elemento propiciatorio de una serie de viajes que, en la primera mitad del siglo XVI, llevaran a Vasco de Gama hasta la India.
jueves, 19 de noviembre de 2009
V. El Mapamundi de Fra Mauro; la cartografía bien fundamentada.
Cuando en 1457 Alfonso V de Portugal encargó a Fra Mauro un mapamundi, seguramente ignoraba las valiosas aportaciones que ese instrumento haría a la navegación de su tiempo. El objetivo principal de esa encomienda era el registro de los territorios que, a expensas de Enrique el Navegante y de él mismo, habían sido descubiertos tanto en el verde mar tenebroso como en la costa noroccidental africana.
El valor del Mapamundi de Fra Mauro va más allá de su ámbito estético; tiene que ver con una serie de registros cuyo origen no es la especulación, sino una serie de viajes realizados por árabes, orientales y exploradores europeos. Toda una serie de experiencias marítimas que dieron como resultado una cartografía propia del renacimiento.
Entre los múltiples elementos que otorgan autenticidad y valor práctico al Mapamundi en cuestión, tres son de destacar: la magnífica delineación que hace de África, la incorporación de Japón y, para mi la más importante, un Océano Índico que no es mar interior.
Sin perder de vista el deseo de Alfonso V, Fra Mauro complementa las aportaciones de Alvise Cadamosto con una serie de informes cartográficos que le permiten delinear un continente africano semejante al actual.
De todo el material empleado por el monje veneciano en su ardua labor, dos se disputan el mérito de haber aportado los pormenores del sur de África: el primero relacionado con una embarcación árabe procedente de Calcuta que en 1420, dado el mal tiempo, deja atrás el Cabo de Buena Esperanza y se interna en el Atlántico tardando mucho tiempo en regresar. Se presume que en esta embarcación viajaba el explorador veneciano Niccolo Da Conti, quien posiblemente brindó sus experiencias a Fra Mauro. El segundo concerniente a una expedición china liderada en 1421 por Zheng He.
La presencia de Japón en el Mapamundi de Fra Mauro es otra muestra del basto conocimiento que sobre cartografía tenía el monje veneciano: el Mapamundi de Virga(1411-1415) y el Mapamundi de Kagnido(1402), por mencionar algunos de los relacionados con el Cipango que quitara el sueño a Cristóbal Colón. .
Virga(1411-1415) Kagnido(1402)
No obstante que su orientación lo volviera poco común (con el sur ubicado en la parte norte como en la cartografía árabe), el Mapamundi de Fra Mauro se destaca por presentar un Océano Índico que ya no es un mar interior, sino el enlace naval con la anhelada Asia. Característica esta que le confiere grandes ventajas por sobre aquella cartografía que pese estar olvidad por siglos fue traducida al latín en 1410 y se constituyó en el referente imprescindible para los navegantes: la Geografía de Ptolomeo.
Finalmente, sirvan los siguientes fragmentos para ilustrar no sólo la riqueza artística que guarda el mapamundi de Fra Mauro, sino también el cúmulo de datos hitóricos que le dieron sustento.
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miércoles, 11 de noviembre de 2009
INTRODUCCIÓN
En su loca carrera por alcanzar el extremo oriente del mundo, a finales del siglo XV y principios del XVI los reyes de España Y el monarca de Portugal se rodearon de un considerable número de individuos que ahora son emblemáticos de los diversos viajes de exploración y descubrimientos: Magallanes, Cristóbal Colón, Vasco de Gama, Américo Vespucio, Sebastián Elcano, por mencionar algunos.
No obstante su preponderancia en la historia, aquellos hombres sólo pudieron lograr sus hazañas en base a una serie de conocimientos aportados por expertos en diferentes especialidades relacionadas con la navegación: cartografía, elaboración y perfeccionamiento de instrumentos, lo mismo que de embarcaciones.
La presente indagación gira en torno a uno de esos elementos que por su singularidad es poco común en el ámbito de la cartografía: el Mapamundi de Fra Mauro. Documento de orden geográfico que, me atrevo a decir, debiera considerarse como el primero de origen europeo, donde se hacen registros basados en exploraciones y no en mera especulación.
Sin embargo, para hablar de dicho instrumento debí considerar una serie de antecedentes que dieron origen a su elaboración y que no se concretaron al pasado inmediato, sino que abarcaron la primera mitad del siglo XV en Portugal, concretamente los relacionados con el príncipe Enrique, también apodado el Navegante.
De manera que aquí se encontrarán temas que no sólo tiene que ver con el Mapamundi de Fra Mauro, sino también con las ideas que sobre el mar aún se tenían en esa época, la superación del Cabo Bojador y la consiguiente exploración del noroeste africano.
Así, este trabajo no sólo aspira a cumplir los requisitos que para la certificación de nuestro curso han sido determinados, sino también a llamar la atención en torno a una cartografía que dio la certeza a los portugueses sobre la posibilidad de llegar a Oriente circunnavegando el sur de África.